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PAPEPLOCHO

¿POR QUÉ ECHAMOS LA POTA?

Las neurociencias avanzan que es una barbaridad y  comportamientos que antes se consideraban culturales o elecciones voluntarias del individuo poco a poco están siendo considerados genéticos. Como el 95% de la historia de la especie humana contemporánea se ha desarrollado en forma de pequeñas tribus nómadas y cazadoras, esa programación innata del cerebro que se va descubriendo mediante ingeniería inversa puede encajar en una teoría más amplia que explique no ya qué es y como funciona sino por qué están ahí, por qué la evolución de nuestra especie fue por ese camino. Y aquí entra en juego la llamada psicología evolutiva.

 

 

Esto de que el cerebro no sea como decía Locke una tabla rasa causa cierto recelo en sectores progresistas, siempre partidarios de considerar que por medio de la educación y el cambio social se puede construir al Hombre Nuevo. Pero su temor se basa en dos suposiciones erróneas, al menos parcialmente: que el ser humano no sea por naturaleza igualitario, pacífico, monógamo o cualquier otra cosa que hoy se considere deseable no quita legitimidad a esos objetivos, ya que lo natural, aquello para lo que estamos predispuestos, no tiene por que ser lo bueno. Por otra parte esa inclinación natural tampoco convierte las normas éticas y sociales en inalcanzables ya que el cerebro, aunque no es una tabla rasa, tiene bastante capacidad de adaptación. La psicología evolutiva puede ayudar a comprender ese desequilibrio entre nuestra naturaleza y lo que Freud llamaba el malestar de la cultura, o sea, la vida moderna. Aunque hay mucho investigado sobre el funcionamiento del organismo en general y del cerebro en concreto en la lección de hoy nos centraremos en el acto de vomitar, concretamente en dos circunstancias: debido al mareo durante un viaje y en el caso de las mujeres embarazadas durante las primeras semanas de gestación.

El mareo durante un viaje:

 Una manera que tiene el organismo de protegerse de los alimentos tóxicos es mediante las náuseas. Esas cosas malas que pueden estar en la comida y especialmente en los vegetales (es su sistema de defensa para que no se los coman, ya que no pueden correr mucho) que se llaman toxinas hablando en científico, acostumbran a atacar la coordinación cerebral entre el sistema visual y el del equilibrio, que se haya en el oído interno. Un ejemplo claro de esto es el alcohol. El caso es que en cuanto el organismo percibe esa falta de concordancia entonces preventivamente echa un buen rabazo, creyendo que así salvará al cuerpo de morir envenenado.

 

Aquí una toxina, menuda hija de puta.

Pero ocurre que el Hombre Blanco ha inventado vehículos que nos mueven a gran velocidad, así que cuando viajamos en coche, barco avión o lo que sea, se produce una descoordinación entre nuestro sistema de equilibrio que nos dice por un lado que nos movemos, pero nuestra vista (sobre todo si en lugar de mirar por la ventanilla estamos leyendo, por ejemplo) nos dice que no. Una descoordinación que el cerebro interpreta como una intoxicación de algún alimento, y de ahí que al ir en coche, barco o tren algunos echen la pota. Un remedio es entonces mirar por la ventanilla, para intentar en lo posible que por los ojos percibamos el movimiento que sentimos mediante el oído interno.

Las nauseas durante el embarazo:

 Según la bióloga Margie Profet la causa de que las mujeres durante las primeras fases del embarazo sufran náuseas se debe a que en ese momento el embrión está formándose y es especialmente sensible a las toxinas. Por ello, aunque el organismo adulto de la embarazada ya está muy rodado en hacer frente a esos venenos, en ese momento aumenta su sensibilidad para proteger al huésped. Como por entonces es muy pequeño y apenas es necesaria una alimentación extra, el metabolismo se puede permitir tener ese morro tan fino y evita ingerir alimentos de sabor amargo, acre, muy sazonados o novedosos, pues esas suelen ser las señas de identidad de las toxinas, o al menos es el mejor método de detectarlas del que el organismo es capaz, ante la imposibilidad de alojar dentro del cuerpoiun completo laboratorio de análisis con un Olafo en su interior 

 

Nuestros antepasados, como pueblos nómadas que eran, estaban más expuestos a las toxinas presentes en plantas silvestres, y de ahí que la presión de selección haya hecho que descendamos de las cavernícolas que más náuseas tenían. De hecho está demostrado científicamente que las mujeres que más potan durante el embarazo son las que menos abortos involuntarios y malformaciones en el feto padecen. Así que es algo sano y si alguna preñada lee esto no tiene de qué preocuparse si le pasa mucho.

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